viernes, 3 de octubre de 2025



Viajes de

Pietro della Valle

“el peregrino”

(1586 – 1652)

 

Cartas escritas a su amigo Mario Schipano durante los 12 años (1614 a 1626) de su viaje por Próximo Oriente e India.

 TOMO II – LA PERSIA. Primera parte: Isfahán, Ferhabad y Cazvín.

3ª Carta desde Isfahán, a 18 de diciembre de 1617.

 II.21.19 – “Las credenciales de Della Valle”

Edición y traducción: Esmeralda de Luis y Martínez

esmeralda.deluis@cedcs.eu

 

Fecha de Publicación: 3-10-2025.
Número de páginas: 8
I.S.B.N. 978-84-690-5859-6

Archivo de la Frontera: Banco de recursos históricos. 
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Descripción


Resumen: Traducción al español de la correspondencia que el noble romano Pietro della Valle mantuvo con su amigo el doctor Mario Schipano, narrándole el periplo que durante doce años -desde 1614 a 1626- realizó por Oriente: Constantinopla, EgiptoTierra SantaArabia, Persia e India.

Palabras Clave: Viajes a Oriente, correspondencia de Pietro della Valle, siglo XVII primera mitad, antropología, Turquía, Constantinopla, Egipto, Tierra Santa, Arabia, Babilonia, Persia, India.

Personajes: Pietro della Valle, Ma’ani Gioerida, Mario Schipano.

Ficha técnica y cronológica




  • Tipo de Fuente: libros impresos.
  • Procedencia: volúmenes digitalizados por http://books.google.com de la Biblioteca del Observatorio de Marina de San Fernando.
  • Sección / Legajo: Ref. de la Biblioteca del OMSF: vol. 1, tomo I: n.º 04818; vol. 2, tomo II: n.º 04819; vol. 3, tomo II bis.: n.º 04820; vol. 4, tomo III: n.º: 04821
  • Tipo y estado: Correspondencia recogida en los IV tomos del “Viaggi di Pietro della Valle, il Pellegrino” durante los años 1614 a 1626.
  • Época y zona geográfica: Principios del siglo XVII. Mediterráneo, Próximo y Lejano Oriente.
  • Localización y fecha: Roma, Nápoles, Venecia, Turquía, Egipto, Tierra Santa, Persia, India (Correspondencia escrita por DELLA VALLE y enviada a Mario Schipano durante los años 1614 a 1626).
  • Autor de la Fuente: Pietro della Valle (Roma, 1586 - Roma, 1652).
  • Edición y traducción al castellano: Esmeralda de Luis y Martínez para www.archivodelafrontera.com


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VIAJES DE PIETRO DELLA VALLE

“El peregrino”

- Tomo II -

  

CARTA VIGÉSIMO PRIMERA – 3ª parte desde

 

ISFAHÁN - PERSIA

a 18 de diciembre de 1617


II.21.19

“Las credenciales de Della Valle y preparativos para su partida hacia Ferhabad”


Palacio y mezquita de Abbás "el Grande" en Ferhabad. 
Persia safávida. S. XVII 

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TOMO II – LA PERSIA. Segunda parte: Isfahán, Ferhabad y Cazvín.

 II.21.19 – “Las credenciales de Della Valle y preparativos para su partida hacia Ferhabad”

El texto anterior —II.21.18— acababa de este modo: “… Lala Beig, el Gran Tesorero, también debería haber asistido a esta fiesta, pero no apareció porque el Rey le había ordenado partir de Isfahán unos días antes. Este Tesorero me había invitado a ir con él para reunirme con el Rey; pero para evitarme un sinnúmero de ceremonias, que no habría podido eludir durante todo el camino, me excusé cortésmente diciendo que no me encontraba todavía en disposición de partir tan pronto, lo cual era cierto; en lugar de esto le convencí de que me dejara a uno de sus criados, para servirme de escolta durante todo el camino, con los honores debidos y para prestarme los servicios requeridos…”

El Visir de Isfahán extiende unas  Credenciales al Señor della Valle.

El II.21.19 continúa así: “… El Visir también me ha prometido unas credenciales para que tanto los gobernadores, como los oficiales de las ciudades y burgos por los que debo pasar, me reciban con todo el respeto. En fin, que espero hacer este viaje a total satisfacción. Solo echo en falta una cosa, que siempre extrañaré en estas tierras; me refiero a que me gustaría contar aquí con algún hombre de mi país, que compartiera conmigo lo bueno y lo malo de mis aventuras, y que me hiciera buena compañía. Vos debéis saber que, aparte de mí mismo, aquí no hay nadie de Italia ni de Europa. Yo sólo me había quedado con dos, un veneciano que contraté en Alepo, y el pintor flamenco, de los que me vi obligado a deshacerme de ellos por su mala conducta y los insultos que me hicieron. Doy gracias a Dios de todo corazón; pero yo he resuelto no admitir a más europeos a mi servicio, a menos que sean de Roma o de Nápoles, y que yo conozca muy bien; porque debo reconocer que mis antiguos sirvientes han sido la causa de todas las desdichas que me han sucedido durante estos viajes.

El Señor della Valle comienza a preparar su partida de Isfahán.

      Todos mis criados en la actualidad son asiáticos, y me encuentro así mucho mejor, aunque sean algo menos refinados y diestros que los de nuestras tierras, al menos no me incomodan, ni me importunan tanto. En estos momentos tengo a mi servicio a un viejo de la gente de mi Señora Ma’ani, que ocupa el puesto de Haram-chiefchatfi, es decir, de mayordomo o intendente, o si lo preferís, de guardián de las mujeres. Éste es un cargo muy considerado en todas las casas; una persona imprescindible para las mujeres, porque es él quien se debe ocupar de servirles en todos los asuntos que precisen de fuera de la casa. Incluso puede mandar a otros criados en tales ocasiones, puede entrar normalmente en las habitaciones de las señoras; les avisa cuando se las va a visitar; se queda a la puerta; en fin, que este hombre es el que se ocupa de todos los servicios que los demás no son capaces de

Sólo se escogen a eunucos o a ancianos como intendentes del Harén.

hacer, al no permitírseles la entrada al harén. Para este empleo se suelen escoger a ancianos de canosas barbas, o a eunucos, o a gente respetable. Así que yo he elegido a este hombre por ser de noble cuna, y en otros tiempos hombre de bien, pero que, por golpes y desgracias de la esquiva fortuna, le encontramos aquí, tan necesitado, que vino a servir a nuestra casa de muy buen grado, y como persona educada y fiel que es, hemos pensado que se encargará honorablemente de este trabajo. Tengo a otro cristiano, un armenio, hombre honrado, que me sirve de forrajero; tengo también a tres caldeos, de los que uno es cocinero; el otro, su hermano, es mozo de cuadras y una suerte de lacayo que debe ir delante de su Señor cuando éste va a caballo, gritando para abrirle camino entre la gente Peset, Peset, es decir “espalda” “espalda”, o como si dijeran “cúbrase la espalda”; lo mismo que los Estafiers[1] en Nápoles, que van gritando sin parar Guardiamo Signori[2], o como en París, los cocheros y porteadores de sillas de mano que espantan a todo el mundo cuando van diciendo “aparta el cuerpo”. Todavía no he encontrado un trabajo para el tercer hermano; pero a buen seguro que le daré un quehacer, como por ejemplo el que se encargue de las provisiones.

De cómo van los que se encargan de llevar la correspondencia en este país.

      Espero que en la Corte no faltarán Sciarer, o Correos, de los que se encargan de llevar las cartas en la ciudad hasta su destinatario; estos también van delante de los caballos, al igual que los lacayos, pero con un penacho de plumas en la cabeza, y en el cinto con unas campanillas que repican para que los que se encuentren en su camino les abran paso en cuanto las oyen. Generalmente suelen llevar casi al descubierto piernas y muslos, con una camisa holgada, pero siempre al trote o, mejor dicho, al galope, y tan rápidamente, que en Roma nadie se creería la cantidad de camino que esta gente recorre diariamente.

      El único mahometano que tengo a mi servicio es el camellero, porque no hay ningún cristiano que se dedique a este oficio. Con el tiempo contrataré a algunos sirvientes más, pero cristianos, y harán los trabajos más duros, como cargar los bultos, levantar las tiendas, dar el pienso a las caballerías, y cosas por el estilo.

      Ahora mismo, y conforme a las costumbres del país, tengo a diez o doce mujeres empleadas para la casa; pero solo tres o cuatro viajarán con nosotros, porque no se pueden llevar tantas cuando se acompaña al ejército. El mismo Rey se conforma con poco, y con frecuencia cuando hay alguna escaramuza o algo que llevar a cabo con diligencia, él las hace conducir por otro camino, abandonando al ejército, o bien las deja en ciudadelas o pequeños burgos vecinos, por temor a lo inoportuno e incómodo que sería que el ejército tuviera que ocuparse de su cuidado.

El actual Rey de Persia ha reconstruido la ciudad de Ferhabad.

      El Rey ya ha llegado a sus cuarteles de invierno, y aunque aún no nos hayan llegado noticias ciertas del lugar de su retiro, esperamos encontrarle en la Provincia de Mazanderán, que me parece que forma parte de la Hircania[3], o más bien de La Media, en una ciudad del Mar Caspio, que ha ordenado reconstruir hace poco, llamada Ferhabad, nombre mitad persa, mitad árabe, que significa “Colonia de la alegría”. Al actual Rey le gusta mucho esta ciudad, y solo piensa en cómo hacerla más grande y embellecerla al máximo, y hay que reconocer que lo ha hecho de tal modo, que Ferhabad[4] ha usurpado el título de Metrópoli de esta Provincia, cuya magnificencia y reputación no han logrado superar las otras ciudades de la región.

El Mar Caspio.

      Así pues, iremos a Hircania o a sus alrededores; veremos el Mar Caspio; para mí será un enorme placer llegar a unas aguas saladas, porque ya va a hacer más de dos años que no tengo contacto con ellas (las abandoné en el Mediterráneo, a orillas de Gaza, en Palestina, tras embarcarme en un pequeño esquife), y aquí [en El Caspio] volveré a practicar mi antigua costumbre de pescar en el mar, con los sedales o redes que pueda encontrar, por muy toscos o raros que sean.

      Me molesta pensar que los fríos del invierno no me permitirán bañarme allí como sería mi deseo; pero sea como sea, no dejaré de describir, desde las orillas de ese Mar Caspio, cuya costa recorreré, alguna carta poética en prosa, a mi Belisa, o a Clerina, Pescatrice Parthenopea[5], como he hecho en otras ocasiones desde todos los puertos de mar más famosos, y de los ríos que he descubierto en mis viajes. Pero… ¿de qué me sirve romperme la cabeza pensando tan bellos proyectos, si no los pongo sobre papel? No tengo a nadie que me sirva de escriba, ni siquiera que copie tan solo una línea de escritura, y yo no tengo paciencia para pasar a limpio todo lo que escribo, y cuando me pongo a ello, con frecuencia, o ya no encuentro placer en tal cosa, o mis ojos no me permiten continuar un esfuerzo tan grande. Así que, por culpa de no disponer de ayuda, aparte de mis muchas creaciones, que no merecen guardarse, otras perecerán sin haber nacido. Todos los días termino sin consuelo al perder mil bellos manuscritos que caen entre mis manos sobre asuntos de Estado y otras curiosidades; pero no encuentro remedio alguno a todo esto, y yo solo, no puedo esperar llevar a buen término tamaña empresa.

Los Mulla son los hombres más doctos de Persia.

Tampoco me ayuda el que muchos de esos manuscritos estén en lenguas extranjeras, aunque tengo a un Mulla que me asiste en estos menesteres; pero cuando se trata del latín, el italiano o el español, o alguna de las otras lenguas de la Cristiandad, los Mulla no entienden nada; de forma que, contra mi voluntad, yo me veo privado de todas esas curiosidades.

El Señor della Valle hace todo lo que puede por ayudar en los asuntos de sus amigos.

      En fin, antes de que me olvide, os ruego que le digáis a la Señora Caterina, la que tanto me recomendó el señor Coletta, que he recibido una carta suya, pero datada de hace mucho tiempo. Me encantaría de todo corazón estar en Constantinopla para poder servirla eficazmente, como siempre ha sido mi deseo y en todas las ocasiones que he podido. Por eso he conservado todas las cartas que ella me ha escrito. Pero en la actualidad, Constantinopla queda más lejos de mí que Nápoles, y tengo muy pocas esperanzas de volver a ver ese país. No obstante, seguiré intentando serle lo más útil que me sea posible, al menos mediante mi correspondencia, ya que no creo que pueda hacerlo de viva voz y en persona. A este respecto, he escrito a mi compadre, el señor Tomaso Zanetti, a Constantinopla, recomendándola y enviándole todas las cartas que ella me había escrito, incluso las dos que están en griego, las que me envió el año pasado, para mandarlas a Amorgo y a Calinnos; además le he rogado insistentemente a mi susodicho compadre que se interese por este asunto y que lo solucione, en consideración a mi persona, con todo el cuidado y diligencia posibles, y que para usar el dinero que haga falta, si es necesario, que utilice la autoridad y el crédito del Señor Barón de Sansy, Embajador de Francia, y que si él puede recibirlo, dado que yo no estoy allí presente, que lo deje en depósito al Señor Embajador, mientras yo escribo a mi casa en Roma, porque yo soy vecino del Señor Coletta, y que después actúen conforme a las órdenes que reciban de Nápoles. He recomendado este asunto en Constantinopla con mucha premura e insistencia para que esas Cartas sean entregadas en mano, y creo que esta actuación será más beneficiosa para ella que si yo hubiera estado presente en esa ciudad. Ahora solo queda que la Señora Caterina ruegue a Dios para que mis Cartas tengan la acogida y el éxito que me propuse al escribirlas, y que le sean entregadas rápidamente y con la seguridad tan necesaria en Constantinopla; algo que, en mi opinión, no será poca cosa, visto el largo camino que esa correspondencia tendrá que recorrer atravesando tierras asoladas por la guerra. Eso es todo cuanto he podido llevar a cabo. Espero que ella comprenda que he hecho todo lo que estaba en mi mano y más haría si pudiera, de todo corazón y muy obligado por su amor…”

Próxima entrega

CARTA XXI DESDE ISFAHÁN

 II.21.20

Asesinato del hijo de Mubarek, el gran jeque árabe

 



[1] Lacayos.

[2] Cuidado, Señores.

[3] Hircania (del farsíجرجان) es una antigua región histórica del Asia central, una de las satrapías del antiguo Imperio aqueménida situada en la costa meridional del mar Caspio. (https://es.wikipedia.org/wiki/Hircania) 28-03-2025.

[4] Ferhabad, o Farah-Abad: ciudad de Irán (provincia de Mazanderán), a 53 Km. al N.E. de Balfrouch. Construida por el Shah Abbás el Grande.

[5] “Pescadora napolitana”.



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